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viernes, 9 de noviembre de 2018

REFLEXIÓN: DE LA SEMANA





CADA UNO CON SU DESTINO


Un samurai, conocido por todos por su nobleza y honestidad, fue a visitar a un monje zen en busca de consejos, No obstante, en cuanto entró en el templo donde el maestro rezaba, se sintió inferior, y concluyó que a pesar de haber pasado toda su vida luchando por la justicia y la paz, no se había ni tan siquiera acercado al estado de gracia del hombre que tenía frente a él.
-¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? – le preguntó, no bien el monje hubo acabado de rezar. – Ya me enfrenté muchas veces con la muerte, defendí a los más débiles, sé que no tengo nada de qué avergonzarme. Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia.
-Espera. En cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la respuesta.
Durante todo el día el samurai se quedó sentado en el jardín del templo, viendo como las personas entraban y salían en busca de consejos. Vio como el monje atendía a todos con la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. Pero su estado de ánimo iba de mal en peor, pues había nacido para actuar, no para esperar. Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió:
-¿Ahora podrá usted enseñarme?
El maestro lo invitó a entrar y lo llevó hasta su habitación. La luna llena brillaba en el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad.
-¿Ves esta luna, qué bonita es? Ella cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del paisaje que tenemos a nuestra frente; árboles, montañas, nubes. He contemplado a los dos durante años, y nunca escuché a la luna decir “¿Por qué no tengo el mismo brillo que el sol? ¿es que quizás soy inferior a él?”
-Claro que no, -respondió el samurai,- la luna y el sol son dos cosas diferentes, y cada uno tiene su propia belleza. No podemos comparar a los dos.
-Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el resto son solo apariencias.



jueves, 8 de noviembre de 2018



                                         REFLEXIÓN: CUENTO  DE LA SEMANA

Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones de un determinado grupo, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades.
Después de algunas semanas, una noche muy fría el líder de aquel grupo decidió visitarlo.
Encontró al hombre en casa, solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor.
Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder, lo condujo a una silla grande cerca de la chimenea y se quedó quieto, esperando una pregunta.
Se hizo un grave silencio.
Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que crepitaban.
Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban y cuidadosamente seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, retirándola a un lado del brasero con unas tenazas.
Volvió entonces a sentarse, permaneciendo silencioso.
El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado pero inquieto.
Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y el fuego se apagó repentinamente.
En poco tiempo, lo que era una muestra de luz y de calor, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón recubierto por una leve capa de ceniza.
Muy pocas palabras habían sido dichas desde el ritual saludo entre los dos amigos.
El líder, antes de prepararse para salir, con las tenazas blandió el carbón frío e inútil, colocándolo de nuevo en medio del fuego.
De inmediato la brasa se volvió a encender, alimentada por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno suyo...
Cuando el dirigente alcanzó la puerta para irse, el anfitrión le dijo:
Gracias por tu visita y por tu bellísima lección.
Regresaré al grupo.

Buenas noches.


                                                                














miércoles, 7 de noviembre de 2018

EXTIRPAR LA DROGADICCIÓN NO ES CUESTIÓN DE REPRESIÓN, SINO DE EDUCACIÓN



Si estamos preocupados por el flagelo de la drogas hay que empezar por sus raíces,
Que son sus causas .En realidad en este triste vicio convergen la más diversas causas que conducen a situaciones propicias para afectar psicológicamente a la juventud ,sumándoles las influencias ambientales ,familiares ,sociales, económicas…
Un gobernante verdaderamente comprometido en querer resolver esta pesadilla comenzaría por ayudar a la situación por los hogares desechos que constituyen un ambiente frustrado,alienado y materialista ,donde generalmente ,conseguir dinero es la mayor preocupación quedando el joven relegado a simples forman ,Un gobernante realmente comprometido en la solución de problema de la adicción luchará con gran inteligencia por acabar con una educación inhibidora , que impones normas de conducta moral, religión, a través de imperativos programas, que mutila al adolecente en su propia creatividad y de la confianza en sus propias capacidades .

Debe de quedarnos claro que las drogas son un síntoma que acusan que las estructuras que conforman la sociedad, como la familia, el medio ambiente, el medio educativo son columnas tambaleantes y muy enfermas .hay algo desconcertantes…